domingo, 20 de mayo de 2012

Roberto Arce Vadillo Su trabajo con los vinos es, para él, como estar con sus hijos, a los que tiene que cuidar.

Si comparásemos a Roberto Arce (58) con un vino que estuviésemos catando, podríamos decir que tiene buena apariencia: va de traje, elegante y, por su complexión, aparenta ser fuerte. La madurez nos la indican, más que la edad, sus 38 años de experiencia como enólogo.

Por si fuera poco, tiene denominación de origen: tarijeño. Eso dice mucho, aunque él mismo reconoce que hay más lugares en Bolivia donde se cultiva uva que da buenos vinos. El problema del zumo de uva boliviano es, dice, que hay pocas hectáreas cultivadas (unas 3.000), lo cual impide su exportación (España, una gran productora, tiene 1,2 millón de hectáreas).

En el siguiente escalón de la cata entra en escena el olfato. Éste nos señala que vamos por buen camino: no sólo es apariencia, parece que sabe de lo que habla. Así que aprovechamos la ocasión para preguntarle cuál es el mejor caldo para él. “Hay demasiados vinos en el mundo...”. Así que elige una variedad: la cavernet sauvignon.

“Creo que es la reina de las cepas tintas”. Aunque no puede dejar de lado la carménère, muy utilizada en Chile.

Por último, hay que ver cómo sabe y sí, tiene gran saber (no sabemos el sabor). Ha pasado una década entera investigando y escribiendo hasta que ha logrado tener impreso en sus manos el Diccionario Enciclopédico Universal del Vino, con más de 1.000 entradas entre las que se incluye información sobre la producción vitícola de 30 países. Y no sólo habla de vino, sino también de champán, singani, de efectos del alcohol o de cómo poner la mesa.

“No hay palabra del ramo que no esté acá”, asegura. El trabajo comenzó cuando, tras ir a un congreso en Argentina en 2000, se puso a leer el glosario que le habían entregado. Pensó que él podía hacer uno mucho más completo y se puso manos a la obra. Tras acabar su propia recopilación de vocabulario vinculado al mundo del vino, que le llevó dos años, le supo a poco y comenzó a elaborar un diccionario, durante tres años. Pero le faltaba la parte enciclopédica y, entre investigación (que incluyó viajes por el mundo) y escritura, pasaron otros siete años. Ahora, quiere llevar su obra a la Feria del Libro de Hamburgo, en Alemania.

Por el momento, ya ha recibido felicitaciones del Gerente de Fiscalización del Instituto Nacional de Vitivinicultura de Argentina, un país referente del vino: “Su obra constituye un invalorable aporte a la vitivinicultura mundial”. ¡Salud!

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