martes, 13 de agosto de 2013

La comida peruana no sólo está basada en frutos del mar

“Mi madre, cuando preparaba este plato nos hacía salir de la casa, la tentación de picotear era demasiada para mis hermanos y yo”. Claudia Sanabria parece rememorar su pasado con cada bocado de carapulcra que se lleva a la boca.

“He vuelto a mi infancia con este plato, al tiempo en que la comida de la casa era la única comida que existía”, afirmó.

Ayer se inauguró el VIII Festival Gastronómico del Perú en el Parque Urbano Central de La Paz, en el que más de 16 restaurantes y comideras ofrecieron diversos potajes del vecino país.

El festival, que comenzó ayer, se prolongará hasta las 17:00 de hoy.

Pescados y mariscos ocupaban gran parte de las cartas de los restaurantes participantes, como máximos exponentes de la culinaria peruana.

Sin embargo, ocultos entre los ceviches y jaleas, entre los chicharrones de calamar y cócteles de camarones, otros platos discretamente mostraban el profundo mestizaje y variedad de la gastronomía peruana.

“Los bolivianos tenemos una visión muy estrecha de la comida peruana, no conocemos su riqueza”. Daniela Canedo, cocinera y amante de la cocina peruana, señala que esto se debe a la estrecha oferta de los restaurantes.

“Es cierto que lo más atractivo son los platos con pescados y mariscos, pero existen muchísimo más que eso”.

Platos como la carapulcra (con papas, maní y carne), el rocoto (locoto) relleno y los tamales se encontraron entre los favoritos de los asistentes, quienes, emocionados, se lanzaron a la degustación de los platillos.

Otros visitantes miraban extrañados los platos, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Bianca Rodríguez, quien comía un rocoto relleno con su familia, fue una de los asistentes al festival que se animó a probar estos platos. “Es la primera vez que como algo peruano que no tiene pescado, este plato es tan cercano a nuestra comida; sin embargo, tan diferente”, dice mientras se relame los labios.

En la mesa contigua, una pareja de peruanos comía seco de cordero, un guiso con frejoles, arroz, cebolla y carne de cordero, que despedía un olor delicioso que atraía a curiosos, quienes preguntaban dónde conseguirlo.

Una muestra del mestizaje

El puesto “Pochita” generaba especial interés entre los asistentes debido a que ofrecía comida china-peruana, mejor conocido como chifa.

“El chifa peruano no tiene nada que ver con el que se come aquí, puede ser considerado otra cocina paralela, debido al uso de los ingredientes y a la técnica que utiliza”, señala Canedo.

Los platos que ofrece el puesto son preparados de manera espectacular, con un fuego potente y una sartén china, haciendo saltar la comida por los aires.

Frente al espectáculo, Claudia aún saborea los últimos bocados de su carapulcra, rememorando su niñez con los ojos cerrados

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