Este tipo de sushis son parcialmente concebidos por robots: uno calibra las bolas de arroz, otro inyecta la dosis de wasabi (una especie de mostaza japonesa) antes de que el cocinero coloque un pequeño trozo de pescado o una gamba encima.
Antaño, el color del plato indicaba el precio y al terminar la colación, un empleado hacía el recuento y presentaba la factura.
Actualmente es todavía más simple y rápido: cada plato tiene un chip electrónico que ofrece todas las informaciones.
"Los sushis no giran de cualquier manera, es fruto de observaciones y de cálculos. No se puede proponer sushi en restaurantes baratos sin una base de datos y una gestión casi científica", explica Akihiro Tsuji, responsable de relaciones públicas de la cadena Kura, uno de los pesos pesados del sector.
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