Sobre la avenida Panorámica, todos los jueves y domingos, carpas hecha de nylon se instalan para albergar en su interior a las vendedoras, sus cocinas y, por supuesto, los bancos en que los visitantes se pueden sentar y comer sobre su regazo, pues no hay mesas.
“¡Pase casera!”, grita una vendedora para anunciar que su fricasé vale a sólo cinco bolivianos. Ella explica que el plato ofrecido tiene mote, chuño y carne de cerdo criollo. “El de cabaña es muy caro”, dice.
La mujer sirve esta comida en platos hondos de plástico, que debajo tienen la inscripción “made in China”.
Además, la misma señora vende sopa de mani y ají de fideo. Ambos platos se cotizan en 2,50 bolivianos.
Cerca de esta carpa, otra comerciante se especializa en “sopas”. Esta comida consiste en fideo arrebozado con maní, como lo explica ella misma. Cada plato cuesta tres bolivianos. El cliente puede escoger si desea acompañar su alimento con huevo, salchicha o silpancho. “Si gusta doble, es cuatro bolivianos”, aclara.
A pesar del precio, la vendedora cuenta que es común escuchar a los clientes quejarse por el costo del plato. “Cómo pues tan caro”, le dicen. Estos comensales prefieren pagar no más de dos bolivianos.
CARPAS MÁS GRANDES
No muy lejos, otras comerciantes ofrecen otro menú en carpas más grandes.
Maritza, dueña de uno de estos establecimientos, se dedica a la venta de platos de pescado. Allí, el pejerrey vale cinco bolivianos, como el karachi; el ispi está a siete, mientras que la trucha se vende a 10 bolivianos. Estos precios valen aproximadamente la mitad de los que se pueden encontrar en un mercado del centro de la ciudad de La Paz.
Ella destaca que “todos los platos vienen con sopa” y que se sirven en platos de barro. Demuestra mucho orgullo de su Wallake.
Un poco más alejadas, están carpas, aún más grandes, donde se vende lechón y pollo en horno. El primer plato a 12 bolivianos y el segundo a 10.
Si bien estas carpas son más grandes y cómodas que las utilizadas para vender “sopas” y fricasé de cinco bolivianos, todas están llenas. Las personas que deciden visitar la Feria 16 de Julio tienen muchas posibilidades para saciar su apetito y entre los comensales no se pudo advertir ninguna queja.
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