“La mayor cantidad de grasas trans se relaciona de forma significativa con mayores niveles de agresión”, señala Beatrice Golomb, autora de un estudio elaborado por la Universidad de California.
¿Qué sucede? Los ácidos grasos trans (presentes en la comida rápida y bollería industrial, por ejemplo) interfieren con la metabolización del omega-3, el ácido graso esencial poliinsaturado que se encuentra de forma natural en pescados azules (como la sardina y el atún) y en otros alimentos como las nueces. Su deficiencia, según prueban estudios, podría explicar comportamientos depresivos.
Las dietas altas en azúcares y harinas refinadas favorecen la agresividad porque producen picos altos de serotonina y bajones inmediatos. Esto se traduce en alteraciones del ánimo y nerviosismo, lo cual no sucede si se consumen carbohidratos de absorción lenta como cereales integrales o plátanos, ricos en triptófano (el precursor de la serotonina). Eso sí: es esencial optar por carbohidratos complejos de absorción lenta como el pan integral y no por bollería o galletas.
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