Aunque para muchos bolivianos llevarse a la boca un animal con patas, antenas y alas es inimaginable, en los departamentos de Beni, Pando y Santa Cruz, algunos lugares como Caranavi, Apolo y Guanay en La Paz y en el trópico de Cochabamba, existe mucha gente que consume como una exquisitez los diferentes insectos en estado de larvas, explican científicos del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado.
La jefa del Área de Invertebrado del museo, Julieta Ledezma, dice que en el país se consume escarabajos (coleópteros), moscas (dípteros), abejas, avispas, hormigas y hormigas adultas como el sepeculón (himenóptera) y cigarras (homópteros).
El Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, indica Ledezma, documenta estos datos y reporta esta tradición del consumo de insectos en el oriente boliviano. La obra “El habla popular de Santa Cruz” (H. Sanabria, 1977), reporta la palabra sepeculón, una especie de hormiga grande que en el campo es conocida como comestible.
José Luis Aramayo, investigador asociado del museo, señala que la práctica de comer insectos es común en pueblos y comunidades de oriente, hacia el sur del departamento en la provincia Cordillera y gran parte del Chaco boliviano (provincia Gran Chaco, del departamento de Tarija), donde se consume las chicharras, cigarras o cucos (orden homóptera). Los comunarios comen los abdómenes de estos insectos fritos o cocidos al fuego como brochetas.
Agrega que en lugares donde se desarrolla las especies de palmera Attalea phalerata (motacu) y Jessenia batua (majo) es común hallar en los árboles cortados las larvas del coleóptero Curculionidae picudo (Rhynchophorus palmarum), que también sirve de alimento.
Otro escarabajo que vive en los frutos de la palmera de motacú (Attalea phaleratay) y Jessenia batua (majo) es el coleópteros de la familia (Bruchidae), “son exquisitos tienen un sabor parecido al coco, su consumo puede ser cocido o crudos, su sabor es único”, destaca Aramayo.
En el municipio de Pampagrande (provincia Florida, departamento de Santa Cruz) es conocida la afición gastronómica por las larvas de avispa, conocidas tradicionalmente como tamquyllu, añade.
Cochabamba y La Paz
Los científicos del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado explican que en las región de los valles de Cochabamba y valles interandinos es común el consumo de larvas de la mariposa nocturna (Heliothis zea), que es plaga del maíz.
La práctica de consumo de insectos es menos conocida en las regiones del altiplano, excepto en el departamento de La Paz, provincia Larecaja, donde se reporta el consumo de insectos principalmente de coleópteros (familia curculionidae), conocidos vulgarmente como tuyu-tuyu (Rhynchophorus palmarum).
Ledezma dice que el consumo en esas zonas es principalmente por salud. Según los habitantes y las tradiciones, el consumo del tuyu-tuyu sirve para aliviar problemas de los pulmones, resfríos y males de las amígdalas.
“Estas larvas son muy apetecidas, una libra puede fácilmente costar un promedio de 80 a 100 bolivianos, su mayor demanda es por las localidades de Mapiri, Guanay, Apolo y otros pueblos del norte del departamento de La Paz”, agrega.
Los especialistas aclaran que una alta demanda del tuyu-tuyu podría representar un serio peligro para las poblaciones de la palmera majo y motacú donde se hospeda la larva del coleóptero, debido a que generalmente el árbol debe ser derribado para que la especie pueda habitar y de esta manera obtener la preciada larva.
“Urge en este tema estudios serios para considerar formas de cría alternas con otras especies vegetales que no pongan en riesgo estas palmeras porque el fruto proporciona la ‘leche de majo’ muy nutricional y utilizado en estas zonas”, indica Ledezma.
Gran alimento
¿Pueden ser los insectos la fuente ideal de alimentos para el futuro? La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) cree que sí y anima a consumirlos.
El reciente estudio de la FAO "Insectos comestibles, perspectivas a futuro de la alimentación y la seguridad alimentaria", afirma que los insectos son una fuente importante y fácilmente accesible de alimentos nutritivos y ricos en proteínas que se encuentra en los bosques.
Con cerca de un millón de especies conocidas, los insectos representan más de la mitad de todos los organismos vivos clasificados hasta ahora en el planeta.
Según la investigación de la FAO —realizada en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos)—, los seres humanos consumen en el mundo más de 1.900 especies de insectos.
En el mundo, los más consumidos son: escarabajos (31 por ciento), orugas (18 por ciento), abejas, avispas y hormigas (14 por ciento), y saltamontes, langostas y grillos (13 por ciento).
Su capacidad nutritiva no está en duda. La FAO dice que muchos insectos son ricos en proteínas, grasas buenas y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc.
La carne de vaca, explica, tiene un contenido de hierro de 6 mg por 100 g de peso en seco, mientras que el contenido en hierro de las langostas (insecto ortóptero de la familia de los acrídidos) varía entre 8 y 20 mg por 100 g de peso en seco, dependiendo de la especie y el tipo de alimentos que los propios insectos consumen.
Se calcula que los insectos forman parte de las dietas tradicionales de al menos 2 mil millones de personas en el mundo.
En Bolivia aún falta mucho por conocer de los insectos comestibles, pero lo que ya se sabe abre la puerta a más investigaciones, dice Ledezma. “¿Por qué no afrontar los problemas del hambre a través del uso de los insectos como fuente de proteínas?”, plantea.
Ventajas y beneficios de la entomofagia
La entomofagia es el consumo de insectos por los seres humanos y se practica en muchos países de todo el mundo, pero principalmente en regiones de Asia, África y América Latina.
El uso de insectos como alimento y para la fabricación de piensos trae buen número de beneficios de carácter ambiental, sanitario y para los medios social y de vida. Algunos ejemplos son, según la FAO:
• Los insectos son muy eficientes en la conversión de alimentos por ser especies de sangre fría.
• Los gases de efecto invernadero producidos por la mayoría de los insectos son probablemente inferiores a los del ganado convencional. Los cerdos, por ejemplo, producen entre 10 y 100 veces más gases de efecto invernadero por kilogramo que los gusanos de la harina.
• Los insectos pueden alimentarse de residuos biológicos como residuos alimentarios o de origen humano, abono y estiércol, y pueden transformar estos residuos en proteínas de alta calidad, que a su vez pueden utilizarse como piensos agrícolas.
• Los insectos utilizan mucha menos agua que el ganado tradicional. Los gusanos de la harina, por ejemplo, son más resistentes a las sequías que el ganado.
• Los insectos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado. Los insectos son especialmente importantes como complemento alimenticio para los niños desnutridos porque la mayor parte de las especies de insectos contienen niveles elevados de ácidos grasos (comparables con el pescado). También son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y cinc.
• Los insectos plantean un riesgo reducido de transmisión de enfermedades zoonóticas (enfermedades que se transmiten de los animales a los humanos) como la H1N1 (gripe aviar).
• La cría y la recolección de insectos pueden ofrecer importantes estrategias de diversificación de los medios de vida. Los insectos pueden recogerse directamente del medio de manera sencilla. Apenas se necesitan medios técnicos o inversiones importantes para adquirir equipos básicos de cría y recolección
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