Para mi buena suerte, el primer problema se resuelve porque ya tenemos 22 platos y bebidas tradicionales que serán declaradas por ley municipal como patrimonio patrimonio cultural intangible del municipio de La Paz.
Se trata del anticucho, el api, el aphthapi, el chairo paceño, la chicha morada, el chocolate, el fricasé de cerdo, el helado de canela, la huminta, las k’isitas, la llajwa, la picana de Navidad, el pito de cañahua, el plato paceño, el puchero de Carnaval, la k’ispiña, el queso humacha, la salteña, el sándwich de chola y el thimpu de cordero.
No estoy aquí para discutir si hay argumentos históricos que hacen que estos platos sean considerados paceños. A mí mismo me sorprendió, por ejemplo, que estén como paceños el helado de canela, la huminta, la picana, el puchero, entre otros, pero indudablemente sí son tradicionales.
Lo que sí extraño es que la llaucha no esté presente en esta lista de intangibles, pero tal vez esté escondida en alguna otra norma (la marraqueta tiene su propia norma desde hace seis años). Gracias a mi prima Julia encontré un lugar muy famoso donde se vende la llaucha con las picantes ulupicas en el relleno: en la plaza de la Garita de Lima. Esta delicia, sin embargo, no es para forasteros, es sólo para iniciados, para paceños que las comieron de niños. No es algo que yo invite de buenas a primeras a los parientes, pues pueden hacerme caras y eso me pondría de mal humor, pues en mi época universitaria las llauchas alguna vez me sirvieron hasta de almuerzo.
Comidas foráneas
Superado parcialmente el problema de los productos para ofrecer a mis visitantes, la dificultad es encontrar un sitio donde se los sirva. En Cochabamba no es problema encontrar la ruta para llegar a un lugar donde sirvan un BBB (bueno, bonito y barato).
En La Paz es una tarea difícil. No sé si habrán notado, pero cuando queremos comer algo especial los paceños recurrimos a los restaurantes de comida rápida, de pastas italianas, de rodizios y parrilladas, de comida china, de comida chuquisaqueña, de comida beniana o cruceña, de restaurantes chapacos e incluso elegimos platos orureños.
Y para colmo, mientras en Cochabamba siguen inventando platos deliciosos como las chamarritas o el plato del bicentenario (chuleta de cerdo a la plancha, colita a la brasa, conejo cuis hervido, servidos con papa morada, rodajas de choclo, quesillo, chorrellana, arveja, haba, locoto, ají raspado, quilquiña, chicha y cerveza ), los de la salteñería “Paceña” inventan la salteña vegetariana. No es justo.
Si encontramos comida rica, y paceña, tenemos los dos extremos para saborearla; o en los agachaditos (puestos callejeros) o en restaurantes caros. Por eso me alegró saber que algunos empresarios-políticos estén intentando cubrir este nicho de mercado con dos cadenas de comida rápida, pero con platos tradicionales bolivianos y paceños. Ya es una opción que no había hace un año atrás.
Pescado
El pescado, ya sea pejerrey o trucha, se ha convertido en la solución más cómoda que encuentro cuando quiero llevar a mis parientes foráneos a comer algo bien paceño. Conozco algunos lugares, entre exóticos (léase mercados populares) hasta locales pasables.
La anterior semana, sin embargo, llevé a mi primo y a sus amigos cochalos a comer pescado y terminamos comiendo El maremoto, un superplato para cuatro personas de chicharrón productos de mar; pero si La Paz, Bolivia, no tiene mar. Tarde me di cuenta de que los llevé a un restaurante peruano.
Paceños: hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra ciudad, ahora que tenemos la Ley de la Gastronomía Tradicional Paceña hagamos esfuerzos en serio para revalorizar nuestros platos tradicionales, para promocionar los lugares donde se los venda en buenas condiciones de higiene y comodidad, donde seamos atendidos con amabilidad.
Podemos hacer mucho más que vanagloriarnos de nuestra marraqueta o esperar la Alasita para comer el plato paceño.
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