Filetea los champiñones y saltéalos con la mitad de mantequilla y el diente de ajo (reserva).
También saltea las espinacas unos segundos en la misma sartén de los champiñones y salpimienta a gusto.
Para servir, sobre una cama de espinacas coloca como base los champiñones, el queso tibio y los gajos de tomate confitado.
Baña con una vinagreta preparada con jugo de naranja.
INGREDIENTES
2 atados de hojas de espinacas
240 gr de queso de cabra
Queso Sainte-Maure (Caprinito)
200 gr de champiñones
100 gr de tomates confitados
Dientes de ajo picados a gusto
50 gr de mantequilla
150 ml de vinagreta de naranja
CRÍTICA
‘La Guinguette’, un rincón francés
Este rincón francés en pleno Sopocachi, muy a tono con las tradicionales brasserie-restaurant parisinas, ofrece excelentes vinos y una carta que evoluciona con los días. Su principal característica: un ambiente informal y distendido para tomarse un trago y disfrutar de comida gourmet con el inconfundible sello galo.
Lo del menú que evoluciona explica el porqué te recibe una carta de bebidas elegante junto a una mundana hoja impresa en computadora con el menú para la comida. Y es que cada día, los entrantes, los postres y los platos fuertes van cambiando. El fuerte de su cocina son los generosos cortes de carne al grill, destacando, además, el pato a la miel. Las guarniciones no son ostentosas —basta una papa asada o pequeñas papas a la mantequilla— y los entrantes destacan por ingrediente de primera en combinaciones desde ya ganadoras; la rúcula y el roquefort, por ejemplo.
Entre los postres —y no siempre en la carta, por desgracia— está su excelente Crème brûlée, que si bien llega a veces servida en una demasiado modesta taza de porcelana, conserva ese sabor entre casero y gourmet que provoca un gesto de deleite.
Este rincón francés en pleno Sopocachi, muy a tono con las tradicionales brasserie-restaurant parisinas, ofrece excelentes vinos y una carta que evoluciona con los días. Su principal característica: un ambiente informal y distendido para tomarse un trago y disfrutar de comida gourmet con el inconfundible sello galo.
Lo del menú que evoluciona explica el porqué te recibe una carta de bebidas elegante junto a una mundana hoja impresa en computadora con el menú para la comida. Y es que cada día, los entrantes, los postres y los platos fuertes van cambiando. El fuerte de su cocina son los generosos cortes de carne al grill, destacando, además, el pato a la miel. Las guarniciones no son ostentosas —basta una papa asada o pequeñas papas a la mantequilla— y los entrantes destacan por ingrediente de primera en combinaciones desde ya ganadoras; la rúcula y el roquefort, por ejemplo.
Entre los postres —y no siempre en la carta, por desgracia— está su excelente Crème brûlée, que si bien llega a veces servida en una demasiado modesta taza de porcelana, conserva ese sabor entre casero y gourmet que provoca un gesto de deleite.
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