Todas las vitaminas aportan una determinada fuente de compuestos esenciales para el funcionamiento idóneo del organismo. La vitamina K es una de las esenciales para coadyuvar en el desarrollo de los huesos y la coagulación sanguínea.
A comer hojas verdes se ha dicho. La carencia de vitamina K en los huesos, además de no forjarlos con la debida fortaleza, ocasiona severos problemas que pueden dar lugar a la osteoporosis, a las fracturas o dolores óseos, explica Cinthia Freire Vásquez, nutricionista especializada en niños.
La especialista comenta que esta vitamina junto a otras, como la A, D y E, es absolutamente liposoluble, es decir que debe ser acompañada por grasas para poder ser asimilada por nuestro organismo. El consumo escaso de carne roja en los niños eleva potencialmente el riesgo de huesos débiles y subdesarrollo en términos de baja estatura o malformaciones, además, ayuda a formar ciertas proteínas en el hígado. Existen tres variantes de esta vitamina: la K1 o filoquinona, que se halla en alimentos tales como hortalizas de hojas verdes, entre ellos, la acelga, las espinacas, la lechuga y, en menor proporción, en los cereales integrales.
La vitamina K2, que se conoce como menaquinona, que se origina por las bacterias del intestino. Y finalmente la K3, llamada también menadiona, la cual se obtiene de forma artificial mediante el uso de suplementos.
3 son las variantes de la vitamina K que se pueden encontrar en el mercado, dos naturales y una sintética.
K El brócoli, la lechuga, la espinaca y la col, y algunos aceites como el de oliva, girasol y maíz, poseen esta vitamina.
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