Ayunar era una de las prácticas más importantes de la celebración de la Semana Santa. Hoy casi ha desaparecido y, en compensación, la mayoría opta por no ingerir carnes rojas. Pero nuestras abuelas explican por qué se debería ayunar.
“La idea es mostrar desapego de lo material y con este pequeño sacrificio emular lo que Jesús hizo por nosotros antes de morir”, afirma Conchita, de 73 años.
Los días para ayunar solían ser Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, cuando se debía ingerir un solo plato fuerte sin carne y obviar el desayuno y la cena, recuerda Vicky, abuela de 83 años.
Norma, de 77 años, también recuerda esta costumbre de Viernes Santo. “Mis papás eran muy estrictos con esto, nadie comía carne roja”. Con el tiempo y el desarrollo de las tradiciones, se generó una suerte de cocina de Semana Santa con 13 platos en los que sólo tienen cabida pescados y mariscos. En torno a la mesa, “mi madre siempre contaba historias sobre Jesús”, dice Rosario, de 68 años.
Ejemplo
Según el catolicismo, Jesús muestra el sentido del ayuno cuando le dice a Satanás, tras 40 días en el desierto: ‘no sólo de pan vive el hombre, sino de la palabra que sale de Dios’.
Platos típicos
Entre las comidas que más se preparaba en antaño y aún se cocinan en la festividad están la cazuela de choclo con queso, sopa de leche con huevo, papas a la huancaína, ají de zapallo, arroz con leche y compotas.
Fieles movilizados
Además de visitar 14 templos en Jueves Santo, para recordar que el Hijo de Dios recorrió 14 estaciones antes de ser crucificado, en Domingo de Resurrección, se solía organizar encuentros barriales en las plazas para festejar la Pascua.
Familia unida
Hoy, como en el pasado, las familias aprovechan la festividad pa-ra pasar tiempo juntos.
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