Nuestros abuelos no concebían una mesa de comida sin pan. Ellos no lo sabían, pero el pan aporta fibra, hidratos de carbono, vitaminas del grupo B, minerales (fósforo, magnesio y calcio) y proteínas vegetales. "Forma parte de la base de la alimentación". Así lo afirma Abel Mariné, catedrático emérito en Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona. "Es un producto que contribuye al equilibrio alimentario, está exento de grasas, sacia a quien lo consume, tiene un sabor neutro ideal para acompañar a otras comidas y es barato", asegura. Sin embargo, el pan prefabricado, uno de los consumidos actualmente, no tiene nada que ver con el delicioso pan artesanal. Si huele a pan, buena señal: confirma el desarrollo de los ácidos orgánicos; es decir, el tiempo de reposo es el adecuado. Cuanto menos reposo, más engorda. Además, un almidón mal cocido genera una masa compacta que dificulta la digestión./
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