• 1 litro de agua
• 1 nabo picado
• 100 gr de cebolla roja
• 2 tallos de apio
• 100 gr de zanahoria
• 1 cucharada de albahaca picada
• 1 cucharada de orégano picado
• 1 diente de ajo
• 60 gr de pasta para sopa
• 4 cucharadas de aceite de oliva
PREPARACIÓN
Cortar en juliana (a tiras) la cebolla y el apio en rodajitas, al igual que la zanahoria y el ajo. Picar el nabo en cuadrados pequeños.
Rehogar las hortalizas unos instantes en una cazuela con agua y cubrir con el litro de agua.
Dejar que el conjunto cueza por espacio de media de hora. Luego sacar las verduras y pasarlas por un pasapurés. Agregar la pasta para sopa, la albahaca y el orégano, junto con una pizca de sal.
Dejar que hierva durante unos 10 minutos todo el conjunto. Servir caliente.
Utilizado sobre todo como ingrediente en guisos y sopas de todo tipo, el nabo es sin embargo un vegetal poco valorado del que no se conocen su infinidad de propiedades beneficiosas para el organismo, además, teniendo en cuenta que puede convertirse en un buen aliado de las ensaladas cortado fino y en crudo.
El nabo es una hortaliza de escaso aporte calórico porque posee abundante cantidad de agua y un bajo contenido de hidratos de carbono y es buena fuente de fibra, explica el nutricionista Juan Velarde.
CONTIENE VITAMINA C. El nabo se destaca a su vez porque aporta una apreciable cantidad de vitamina C y de folatos, y cantidades discretas de vitaminas del grupo B (B6, B3, B1 y B2). Carece de provitamina A y de vitamina E, abundantes en otras verduras y hortalizas.
CONTRA EL EXCESO DE PESO. Su bajo valor calórico hace que los nabos puedan ser incluidos en dietas de control de peso. Además, debido a la presencia de fibra, aportan sensación de saciedad tras su consumo y mejoran el tránsito intestinal. Sin embargo, absorben mucho aceite cuando se fríen por lo que, si se los cocina de este modo, su contenido calórico aumenta de manera considerable, además de resultar más difíciles de digerir.
USO EXTERNO. El nabo se usa también externamente en forma de cataplasmas, empleando la pulpa de la raÍz, previamente sometida a cocción; estas cataplasmas son magníficas para combatir el escozor en los pies. También esta pulpa es buena aplicada exteriormente contra las inflamaciones en general y puesto detrás de las orejas calma los dolores de muela. Los baños tibios de las hojas de nabo son excelentes para tonificar el sistema nervioso y vigorizar todo el organismo.
CON CUIDADO. Los nabos, además de fibra, presentan compuestos de azufre que producen flatulencias y dificultan la digestión. Por lo tanto, es aconsejable que las personas que presenten trastornos digestivos de este tipo moderen el consumo de estas raíces. También es poco recomendable su ingesta frecuente en personas con hipotiroidismo y con cálculos en los riñones.
EN LA COCINA. Las hojas se pueden consumir crudas, por ejemplo en una ensalada, o cocidas junto a papas o en tortilla.
La raíz se puede consumir rallada en ensaladas como si fueran rabanitos o cocinadas con arroz o legumbres. También se pueden añadir a los ingredientes para elaborar caldos porque resulta muy remineralizante.
CONSEJOS
1 ELEGIR. Los de tamaño pequeño o mediano, de piel lisa, redondeados, firmes y pesados con relación a su tamaño, de color blanco a violeta. Si son manojos, los cuellos deben ser de apariencia fresca y color verde.
2 CONSERVAR. Se eliminan las hojas y se conservan en la heladera en bolsas de plástico perforadas, duran tres semanas. No se aconseja lavar los nabos hasta el mismo momento de consumirlos, para evitar la pérdida de los minerales y vitaminas.
3 PREPARARLOS. Los nabos se consumen hervidos junto a papas, zanahorias, entre otros. También se consumen fritos, en este caso, se preparan igual que las papas fritas y adquieren un sabor singular para degustarse.
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