La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir “cinco gramos de sal al día”. Ni más ni menos.
Aquí se incluye, tanto la sal del salero como la que contienen los distintos alimentos, bien por naturaleza o por su procesado.
Sin embargo, el consumo medio de sal de la población boliviana llega a siete gramos, lo que puede generar serios riesgos para la persona, según el Ministerio de Salud.
La ingesta de sal es el factor más importante en el desarrollo y aparición de la hipertensión arterial y, por consiguiente, de las enfermedades cardiovasculares: el 45 por ciento de los infartos de miocardio y el 50 por ciento de los infartos cerebrales (ictus) están relacionados con la hipertensión arterial.
Además, una dieta alta en sal tiene otros efectos nocivos directos: aumenta el riesgo de hipertrofia ventricular izquierda (riesgo cardiovascular) y de enfermedad renal, y altera el funcionamiento del hígado y la salud de los huesos.
Un condimento muy popular
La sal es uno de los condimentos más populares y tradicionales de la cocina mundial, no en vano su consumo está generalizado y el inicio de su empleo como conservante de alimentos hay que datarlo hace muchos siglos.
Procede de la extracción del agua del mar o de yacimientos subterráneos, y se compone de cloro y sodio, minerales esenciales que hemos de incorporar a nuestra dieta a través de los alimentos, dada la importancia de las funciones que desempeñan en nuestro organismo.
DOS FUNCIONES
La presencia de sal en los alimentos se debe a dos funciones: realzar su sabor y conser- var el alimento. Pero la industria alimentaria añade también a sus productos otras sustancias que contienen sodio, como los aditivos, ya sea con fines conservadores, espesantes y gelificantes, o como potenciadores del sabor o edulcorantes.
Pero es necesario incorporar una cantidad suficiente de sal a nuestra dieta, porque facilita la digestión, ayuda a mantener el nivel de líquidos corpo- rales, permite la transmisión de impulsos nerviosos, la actividad muscular y la adecuada absorción de potasio.
Remedios y tratamientos
La mayoría de los alimentos frescos no contiene sal, si bien algunos presentan sodio de forma natural; es el caso de las vísceras, como riñones e hígado, o el marisco.
Pero la mayor parte de sodio que ingerimos se encuentra en los alimentos procesados -ya por la adición específica de sal, ya por la de aditivos que contienen sodio-, por lo que, antes de comprarlos, conviene comprobar cuánta sal contienen. Y sería muy sencillo hacerlo si figurara este dato en su lista de ingredientes o en la información nutricional. Porque es frecuente que no esté en los etiquetados.
La causa es evidente: todavía no es obligatorio informar de ello, salvo cuando los alimentos no aludan de modo destacado a la sal ("bajo en sal", por ejemplo) en sus etiquetados.
Pero no es suficiente con conocer el contenido en sal, ya que algunos aditivos, como el glutamato monosódico E-621 contienen mucho sodio, lo que puede hacer elevar de forma significativa el contenido en este mineral del alimento. Este aditivo es muy común en aceitunas rellenas , croquetas de jamón, sopas de sobre, gusanitos, pizzas, cubitos de caldo y salchichas, entre otros muchos productos.
CONSEJOS CLAVES
1. Limite su consumo de papas fritas y otras comidas saladas.
2.Trate de usar condimentos que no contengan sal.
3.Sustituye la sal por hierbas, especias y otros condimentos.
4. Lee las etiquetas con cuidado porque a veces encontrará sal en lugares inespe- rados.
Por ejemplo, los jugos de tomate y verdura a menudo contienen mucha sal.
5. Pruebe los productos reducidos en sodio y sin sal.
6. Prepare las comidas con la mitad de la cantidad recomendada de sal.
Muchas recetas indican más sal de la necesaria. Prepare las recetas sin sal y deje que cada persona agregue la cantidad que desea.
Es muy probable que utilicen sólo una fracción de la cantidad indicada de sal en la receta.
7. Cuando comas en un restaurante, pregunta si pueden prepararle un plato con menos sal o sin sal.
8. Pruebe los sustitutos de la sal. Algunos tienen el efecto de reducir la presión arterial a la vez que aportan nutrientes importantes.
9.Cocine el arroz, la pasta y los cereales sin sal.
10.Enjuague los alimentos enlatados, como el atún y charque, para retirar parte de la sal.
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