El Emperador Napoleón III ofreció una recompensa a aquel que inventara un sustituto de la mantequilla para las clases bajas y el ejército. Por aquella época (1869), el químico francés Hippolyte Mège-Mouriés había patentado la margarina, hecha a base de aceites vegetales. Era más saludable que la mantequilla, que se elabora con grasas animales, por lo que ganó el concurso organizado por el Emperador. Sin embargo, el proceso de hidrogenación parcial por el cual se fabrica la margarina genera unos ácidos grasos trans que también resultan dañinos para la salud. Su momento de expansión fue durante la Segunda Guerra Mundial y, desde entonces, su uso se ha popularizado. Las nuevas tecnologías han conseguido reducir los ácidos trans a menos del 1%, informa Muy Interesante.es.
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