La mujer siempre ha sido dueña y señora de la cocina, primero cumpliendo un rol establecido por la sociedad, porque era realizado en forma privada y, en la actualidad, como una profesión que ha cobrado prestigio. No sólo para las mujeres, sino para los varones que se han dedicado al negocio de la gastronomía.
“Hay que reconocer que tanto el hombre como la familia han sido desde siempre alimentados por las manos de una mujer. Que la combinación entre la mujer y la gastronomía surge como algo natural, porque la mujer ha sido dueña y señora de las ollas a lo largo de la historia y que no sólo ha rescatado los productos, sino las técnicas en la elaboración de alimentos”, dijo la presidenta de MIGA, Anahí Reyes, durante el conversatorio titulado ‘Aportes de las mujeres en la recuperación y revalorización del Patrimonio Alimentario Regional´.
Con el paso del tiempo, la mujer quiso liberarse del círculo vicioso al que estaba vinculada en el hogar con la responsabilidad de la alimentación y educación de los hijos, fue cuando decidió ceder a los hombres la cocina como profesión y dedicarse a una carrera académica que no sería precisamente el de limpiar y lavar ollas, sino otros espacios en los que los hombres ya habían incursionado.
“El mejor cocinero no existe como tal, sino es aquel que recuerda exactamente aquella preparación que le hizo su mamá, su abuelita o su tía, que tiene un paladar exquisito y logra combinar perfectamente los ingredientes. El hombre incursiona en la cocina muy fácilmente, porque el dueño del negocio necesita un colaborador que pueda lidiar con los empleados y produzca rentabilidad a su negocio”, explicó Reyes.
Cuando la mujer se dio cuenta que estaba perdiendo su espacio donde ella siempre reinó fue cuando volvió a la gastronomía, pero esta vez no con la preparación casera a la que estaba acostumbrada realizar, sino que se capacitó para perfeccionar sus conocimientos y ahora está inmersa en el negocio.
“La mujer ya no sería la cocinera doméstica sino que ahora con la profesionalización en la gastronomía, tendría un espacio que le permitiría realizar diferentes actividades y también compartir más tiempo con sus hijos y a la vez que le genere un ingreso propio, fruto de un trabajo que antes lo realizaba gratis y que ahora sería remunerado”, dijo la chef.
Anahí Reyes es presidenta de la Asociación de Chef de La Paz y expresó que se siente muy orgullosa, porque la mayoría de los integrantes paceños son mujeres y que el número va en aumento con la creación de escuelas de Gastronomía.
LA CHEF
La presidenta del Directorio del Movimiento de Integración Gastronómico (MIGA), Anahí Reyes, recuerda algunos pasajes de cómo llegó a convertirse en una chef profesional, primero de manera empírica y luego con la formación académica en la carrera de Gastronomía en la universidad Los Andes.
“Fue un tanto inexplicable mi incursión en la gastronomía, porque no vengo de un entorno muy ligado a este campo, tengo una mamá comunicadora, pero creo que viene un poco más como herencia de mi abuela, quien fue una excelente cocinera familiar. Fui motivada por los elogios de mi esposo e hijos, en principio me gustó la repostería y luego pregunté a mi abuelito sobre las cocina de mi abuela y ahí comenzó mi formación empírica. Con el tiempo tomé clases con diferentes chefs”, dijo Anahí.
La fascinación por conocer la cocina internacional, en especial la de origen francés, fue lo que la impulsó a ingresar en la carrera de Gastronomía de la universidad Los Andes, pese a que ya tenía experiencia en su empresa de catering, la chef quiso afianzar sus conocimientos y técnica para participar en los diferentes eventos gastronómicos.
“Fui una de las primeras promociones que se graduó de la universidad Los Andes, lo que me sirvió para mejorar mi técnica y conocer los secretos de la cocina que aún desconocía y para relacionarme con muchas personas. Trabajé con productos bolivianos como la quinua, cañahua y papá, entre otros”, finalizó Reyes.
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