Originaria probablemente del sudoeste de Asia, ha sido cultivada en climas benignos desde tiempos de los antiguos egipcios.
Es una planta que no debería faltar nunca en la mesa y debería intentar consumirse siempre cruda, pues la cocción destruye sus componentes esenciales.
Se puede preparar en un sinfín de recetas con ella ya que queda igual de rica en un caldo, como mezclada con otras verduras en una fresca y nutritiva ensalada o quizás rebosada para acompañar una carne.
En el caso de los estómagos delicados, puede dejarse la cebolla en maceración con aceite de oliva durante toda la noche, lo que le hace perder su acritud. Lo mismo sucederá si ésta es introducida dentro de agua con un poco de jugo de limón durante algunos minutos además este procedimiento ayudará a que al momento de picarla no nos haga derramar lágrimas y evitará también que pierda sus propiedades.
Para aquellas personas que padecen diabetes, incorporar la cebolla a su dieta es muy importante ya que al padecer esta enfermedad es importante depurar la sangre y la cebolla cumple con este propósito desinfectándola, ya que actúa eliminando las impurezas de la sangre, tornándola más limpia y pura, por lo tanto con más defensas.
Es interesante su contenido en glucoquinina, por lo cual es considerada como la «insulina vegetal», pues ayuda a combatir la
diabetes
Estimula el apetito y regulariza las funciones del estómago
Por su contenido en compuestos ricos en azufre, es, junto con el ajo, uno de los mejores remedios naturales para combatir procesos infecciosos del aparato respiratorio
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