Desde que era pequeña, Belén Soria, de 24 años de edad, ayudaba a su abuela a preparar api con pastel para la tradicional Feria de la Alasita de La Paz. Este trabajo le despertó una pasión por la gastronomía y hoy ve cómo un sueño se hace realidad: formarse en la Escuela de Comida de uno de los mejores chefs del mundo, el danés Claus Meyer.
La escuela fue inaugurada oficialmente ayer en la sede de Gobierno y beneficiará inicialmente a 22 jóvenes de escasos recursos, entre ellos Belén.
“Desde siempre quise estudiar algo relacionado con comida y, como los institutos de gastronomía son caros en Bolivia, opté por estudiar agronomía en una universidad pública. Pero cuando tuve la oportunidad de estudiar en la Escuela de Comida no dudé en entrar”, contó la joven, mientras sostenía una charola con tres copas de vino.
La Escuela de Comida inició sus actividades en agosto de este año, aunque la iniciativa de Meyer comenzó en 2010.
El acto de inauguración que se llevó a cabo en la Casa Goitia tuvo la presencia del chef Meyer, quien es el copropietario de Noma, el mejor restaurante del mundo 2010, 2011 y 2012, según la Guía San Pellegrino, un prestigioso ranking mundial en esta materia.
En diciembre de este año, Meyer abrirá un restaurante llamado Gustu, en la zona de Calacoto. El local estará al cargo de los 22 jóvenes aprendices, durante un año. Después, cada año irá rotando una cantidad similar de alumnos de la escuela.
“Queremos que en cinco años Gustu esté entre los cinco mejores restaurantes del continente”, afirmó el experto danés.
Otros sueños
Julio César Fuentes, de 18 años, nunca imaginó que su talento era cocinar. El joven estudiaba electrónica y por pasatiempo ingresó a la Fundación Ichuri para aprender gastronomía. Hoy sueña con convertirse en un chef reconocido y dice estar en el camino correcto.
“No sabía cocinar ni un guiso”, reconoció Julio César, quien ahora prepara un menú internacional para su familia, todos los domingos. “Les preparo desde un cordon bleu (plato francés) hasta un filet mignon”, contó.
“A mi familia le gusta tanto mi comida, que si por algún motivo no llego a cocinarles los domingos, no comen”, contó, esbozando una sonrisa.
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