Con excepción del miércoles, los otros días Eugenia Rodríguez de Arismendi se levanta a las 4:00 para preparar una de las sopas típicas de Potosí y una de las más curiosas de la gastronomía boliviana. Ella es, si vale el término, la ‘reina’ de la k’alaphurka (o kalapurka), nombre con el que es conocida la famosa lagua de maíz molido que se sirve con una piedra de origen volcánico en el centro del plato y que ella se ha encargado de popularizar.
Doña Eugenia, como es conocida en Potosí (y que también da nombre a su restaurante de la avenida Santa Cruz esquina Hermanos Ortega) cocina este plato desde hace casi 30 años y cuenta que en su familia lo preparaban sus abuelas y ella lo aprendió de su madre.
El nombre, dice Eugenia, viene del quechua, donde khala es piedra y purka cocido con piedras. Sin embargo, hay quienes sostienen que la palabra es aimara y el origen de la sopa se remontaría a épocas de la Colonia, al encontrarse sopas parecidas en México y Chile.
“La k’alaphurka es muy común en las provincias de Potosí, pero hace 30 años casi nadie la hacía en la capital e incluso había personas que la despreciaban. Yo tengo el orgullo de haberla hecho conocida”, asegura la cocinera que ha visto cómo en los alrededores de su restaurante y en otros lugares de la ciudad se ofrece el mismo plato.
Sin embargo, Eugenia sostiene que la k’alaphurka tiene sus secretos que muchas personas no conocen y que creen que solo es poner una piedra volcánica en medio de la sopa.
El primer paso es la selección de los ingredientes “Yo personalmente elijo el maíz blanco y lo hago moler en un molino de piedra para que salga granulado y tenga una buena cocción, después a las 14:00 empiezo a hervir la carne de res y huesos hasta las 22:00”, cuenta Eugenia, que en esa labor es ayudada por sus hijas, mientras que en la atención del restaurante lo hace su esposo.
En la madrugada del día siguiente empieza la segunda parte. Al caldo se le agrega, el maíz, ají y otros ingredientes en un trabajo que parece propio de un alquimista. Mucho más, cuando a esta segunda cocción se le agrega también una piedra volcánica, que no es la misma que luego se colocará en el plato. La función de esta piedra sería la de acelerar el hervido de los productos.
“No se puede poner cualquier piedra. Muchas caseras han tenido accidentes por ese error. Hay piedras que son parecidas, pero que salen disparadas como una bala. Yo en cambio las selecciono bien y las busco en las provincias”, indica Eugenia, que agrega que las piedras que se utilizan para la k’araphulka “son como las personas, porque ellas también envejecen. Hay piedras que ni siquiera llegan a durar 15 días, otras que duran meses y otras tantas algunos años. Es que mientras más se las utliza se van debilitando”, explica la cocinera que solo atiende su restaurante hasta las 13:00.
Tampoco es necesario que abrá más tiempo, porque hasta esa hora ya se le ha acabado la sopa que vende a Bs13 y queda muy poco de los chicharrones, fricasés y otros platos que también sirve en su restaurante.
La fama de la k’alaphurka atrae también a muchos turistas extranjeros y le ha reportado a Eugenia muchos reconocimientos, además de la visita de comensales conocidos, como el actual director técnico de la selección boliviana, Xavier Azkargorta, de políticos como Samuel Doria Medina y de ex presidentes como Jaime Paz Zamora y Hugo Banzer. Hasta el actual presidente del país ha quedado cautivado de esta lagua espesa, sabrosa y picante.
“Al Evo le gusta mucho esta sopa. Cada vez que viene siempre la pide. Yo he tenido que personalmente llevársela en varias ocasiones y cuando no puedo se la envío”, cuenta orgullosa Eugenia.
Si pasa por Potosí no puede dejar de probar esta exquisita sopa y mejor si la acompaña con mote y una cerveza negra. Con esto calmará su hambre todo el día.
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