Y no es cuestión de cuestionar algo por cuestionar –como simple juego de palabras-; o controvertir un tema dudoso con la puesta en mesa de fundamentos, pruebas y, mejor, razones desde uno y otro ángulo: poner en duda la calidad y garantía de lo que consumimos decenas de miles de personas en la ciudad de La Paz, nada menos que la sede de gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia.
Una investigación promovida por la Fundación para el Periodismo permitió recorrer algunos lugares de expendio de alimentos –en especial los callejeros-, contacto con los protagonistas: los vendedores y los consumidores, profesionales; búsqueda y análisis de disposiciones legales, documentos de investigación, literatura diversa, manuales, recomendaciones de entidades vinculadas a la salud; resultados de análisis producidos por laboratorios, etc. Y ¿Los resultados? primero, que los alimentos y bebidas que se expenden en áreas y vías públicas y consumen los habitantes de la ciudad no son inocuos y tienen mala calidad. Por lo tanto, no ofrecen garantías plenas para la preservación de la salud.
Las muestras tomadas por la Alcaldía y su análisis descubren que más de la mitad de los alimentos se encuentran contaminados y la mayoría de los puestos presentan graves faltas de higiene e incumplimientos de las normas.
El bueno, regular o mal estado anímico de los consumidores tiene origen también en que si los alimentos callejeros que consumieron satisficieron o –en forma similar a su ánimo- fueron buenos, regulares o malos. Y algo más aún: ¿Cómo le cayeron a su organismo? Sin problemas o ¿le provocaron afecciones estomacales que fueron leves y pasaron o tuvo problemas más incómodos y hasta de emergencia? Las personas consultadas se inclinaron más por estos últimos: lo consumido sólo les sacaron del apuro provocado por apetito, pero no fueron de su total satisfacción y más de una vez tuvieron problemas gastrointestinales.
Las consecuencias para la salud por el consumo de alimentos elaborados sin normas de higiene son gravísimas porque van desde enfermedades gastrointestinales moderadas hasta presentar complicaciones que pueden derivar en la muerte de las personas, si no son atendidas oportunamente.
Las enfermedades más frecuentes por alimentos contaminados son: diarrea, hepatitis A, gastroenteritis. Otras provocadas por bacterias como la fiebre tifoidea y salmonelosis, cólera e infecciones por amibiasis: ameba (amiba) Entamoeba histolytica y otros parásitos diversos.
Los niños son los más afectados por el consumo de alimentos que se expenden en puestos callejeros o cercanos a los establecimientos educativos, según coinciden en señalar las fuentes consultadas sobre estos problemas.
La venta en la vía pública, el accionar y funcionamiento de los puestos de la llamada “comida callejera”, requiere de una investigación y evaluación con respecto a su estado y realidad actual en general. Y con especial atención en la calidad de los productos para asegurar que los alimentos sean inocuos y aptos para el consumo, con el objetivo principal que, de ser necesario, se lleven adelante nuevas campañas dirigidas a poner fin a fallas que ponen en riesgo la salud de la población y en vez de ello procurar el apoyo de las acciones adecuadas y favorables para la preservación del bienestar del público consumidor.
La Paz y las capitales de otros departamentos registran antecedentes sobre situaciones de emergencia confrontadas por problemas de salud que tuvieron que ser sorteados por sus autoridades y habitantes en general, a partir de la comprobación de ser consecuencia de la falta de higiene en la elaboración, manipulación y expendio de alimentos, tanto en domicilios como en vías públicas.
Las advertencias sobre estos riesgos y las recomendaciones de higiene y medidas adecuadas para asegurar la inocuidad de los alimentos se generalizan en todos los países. En Bolivia al parecer urge insistir en ellas de manera cotidiana, porque es fácil advertir en puestos callejeros de expendio de comidas inobservancias desde las normas preventivas más elementales, como son las de higiene personal, hasta de las de mayor exigencia como es el minucioso cuidado en la protección de los alimentos de su contaminación, a lo largo de la llamada cadena alimentaria. Una de ellas es el simple lavado de manos con agua y jabón que, es sabido, puede salvar la vida de quienes lo practican con frecuencia y de las personas a las que expende comidas callejeras. Las manos son las portadoras de bacterias que provocan enfermedades respiratorias y diarreicas, que son la causa más frecuente de muertes infantiles y graves malestares en jóvenes y adultos.
Y la falta de uso de mandiles, gorros higiénicos y guantes por parte de las personas expendedoras es otra de las muestras de imprevisión. Así como no evitar tomar con las manos los alimentos y el dinero, indistintamente; la norma higiénica señala que ello no debe ocurrir y usarse guantes descartables y diferenciar las labores: una persona debe encargarse del expendio de alimentos y otra de los cobros y manejo de dinero.
Otra de las contravenciones higiénicas constituye el expendio de comidas en platos, vasos y con cubiertos también apenas enjuagados en agua y no bien lavados, en vez de hacerlo con recipientes y cubiertos también descartables, generalmente de plástico o cartón estañado, que luego de su uso deben ser eliminados de inmediato y no “rehabilitados”.
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