Las harinas de trigo u otros cereales ya no están solas. El amaranto, la quinua, la papa, la mandioca, el yacón, las arvejas y otras especies vegetales (algunas utilizadas por comunidades locales a lo largo de siglos) están siendo investigadas, de manera creciente, para la obtención de nuevas harinas no tradicionales, no sólo por su sabor sino también debido a sus potenciales propiedades nutricionales y terapéuticas.
Nuevas alternativas. "Estos nuevos productos pueden satisfacer, por ejemplo, las necesidades de individuos con requerimientos específicos, como los enfermos celíacos que tienen intolerancia al gluten", explica la doctora Sonia Viña, investigadora del CONICET en el Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Hay un gran número de harinas no tradicionales, están incluidas las de granos de pseudocereales (amaranto, quínua o trigo sarraceno), de raíces y tubérculos (mandioca, batata, papa, yacón) y legumbres, como garbanzos, arvejas, porotos y lentejas.
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