Frita en filetes, cocida en pedazos e incluso cruda, la carne de piraña es un plato del día a día para los habitantes de la zona del pantanal brasileño, aunque se trata de un manjar desconocido en el resto del país y en el extranjero.
Es un pez temido para el que no lo conoce, por sus dientes afilados y su voracidad, pero amado por los lugareños en Cáceres, una ciudad del estado de Mato Grosso, fronteriza con Bolivia, y especialmente por los pescadores profesionales.
Es el caso de Brunelli Gilmar dos Reis y su esposa Elzi Valadares de Souza, expertos en la pesca y la preparación de la piraña, que requiere gran cuidado a la hora de la captura y manipulación.
Ellos salen a pescar muy temprano por el río Paraguay, para después internarse en el Sepotuba, donde mantienen lo que se conoce como “rancho”, una choza junto al cauce donde guardan los utensilios y donde cocinan el pescado y descansan tras la pesca.
Allí se aprovisionaron de cebos, anzuelos y otros aparejos con los que después De Souza pescó el almuerzo. Con precaución, ella sacó el anzuelo de la piraña y la depositó en el fondo de la embarcación, mientras que de su limpieza se ocupó Dos Reis, ya en la ribera.
Con la ayuda de su marido, la mujer preparó una deliciosa sopa de piraña sazonada con perejil, cilantro, cebolla y tomate picado. Dos Reis tuvo suerte y atrapó otro pez, un pacupeva, muy común en la región, que frieron con rodajas de piraña.
El plato sorpresa fue sashimi de piraña, hecho con su carne cruda, rodajas de cebolla, jengibre, salsa de soya y limón, una receta bautizada por Dos Reis como sasha, en un intento de aportuguesar la palabra japonesa.
Dos Reis confesó que desde hace más de 20 años come pescado crudo, pero que sólo desde hace poco tiempo su familia y los amigos comenzaron a apreciar el manjar.
La carne de piraña tiene un olor poco acentuado y una textura firme, aunque pocas personas lo saben, tal vez influidas por la mala reputación del animal carnívoro, que devora a su presa con una velocidad y energía impresionantes. (EFE)
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