Todo empezó con la reunión de tres personas para compartir una palta con marraquetas. Me asomé a esa oficina en el momento preciso, no les quedaba sino compartir conmigo su refrigerio. Les prometí que, en retribución, traería el miércoles una palta; entonces otro de los compañeros se brindó a traer el pan y la compañera a traer el tomate. Así nació la comunidad de la sajra hora, un club, una cofradía o simplemente un grupo de amigos reunidos bajo el pretexto de la comida.
Con cambios y reemplazos este club influyó con sus buenas ondas a más de 20 personas, las que ahora andan por diversos rumbos llevando en sus corazones, y en sus estómagos, los recuerdos más lindos de una etapa laboral.
La hora mala
La sajra hora, según el escritor Ramón Rocha Monrroy, cronista cochabambino de la comida, significa la hora mala, es decir, aquella hora en la mañana en que sentimos hambre. En la Llajta se tiene siempre a la mano mercados o locales para hacer pasar esa mala hora con un plato.
En La Paz, la versión más parecida a estos platos de media mañana los encontraba en inmediaciones de la cancha Zapata, bajando de la Universidad Mayor de San Andrés. Ahí nos escapábamos ocasionalmente con un amigo para comer “los asaditos”, que en realidad eran riñoncitos con su huevo empapado en aceite. Suficiente para matar la hora mala y herir el hígado. Los vendían dos caseritas, a las que perdí el rumbo.
Las otras formas de matar al gusanito del hambre de media mañana son las descargas de salteñas, de tucumanas o de sándwiches. Los cumpleaños o días del padre, madre, mujer son buenos pretextos; pero incluso esas fechas llegan a faltar en determinadas semanas.
Una logia gastronómica
Nosotros encontramos la solución con el club de la sajra hora. Poco a poco la idea de compartir la palta se institucionalizó, amplió y llegó ser una institución que llegó a tener su grupo secreto en el Facebook, un cronograma trimestral, y un presidente. ¿A que no adivinan quién era?
Es verdad que hubo un intento de derrocarme, aunque mis funciones no eran nada gratas: organizar los grupos, adscribir a los nuevos, elaborar el cronograma y exigir que se sirva la SH a su hora, pues el hambre no espera.
A continuación les transcribo el incidente del golpe, tal cual fue colocado en el Face (se aprovechó el golpe que hizo Roberto Micheletti contra el presidente hondureño Manuel Zelaya en 2009 para hacer un símil):
Crisis en la Sajra Hora
Atentado contra la presidencia de Manuel “Choche” Zelaya
Los últimos reportes dan cuenta del fallido golpe de Ceci “Micheletti” en contra del actual presidente de la sajra hora, Manuel “Choche” Zelaya, que por motivo de arduo trabajo se tuvo que ausentar 24 horas, tiempo en que apoyada por algunas seguidoras, Ceci intentó hacerse cargo de esta sacrificada labor de todos los miércoles.
Todo se inició ante el pedido de elegir cuál sería la sajra hora de Navidad y Año Nuevo. El pedido popular exigía lechón para recibir el 2010; sin embargo, el casi depuesto presidente, para eludir la preparación de este plato, puso como excusa el posible contagio de la gripe AH1 N1'
A ese extremo jugábamos y disfrutábamos con la sajra hora.
El miércoles era el día esperado para reunirnos en torno a la mesa y pasar momentos gratos. La comida era un pretexto para encontrarnos como amigos, como compañeros, como humanos gregarios que somos.
El sabor de los platos, cada vez más elaborados, tenían el gusto de haber sido preparados con cariño. Muchos dieron trabajo a sus esposas e incluso a algunas cocineras. Cada presentación de los platos era inmortalizada con fotos (las que están en esta página son una muestra). Incluso tuvimos ganadores por temporadas. En la primera temporada ganó una inmensa y jugosa pierna de chancho al horno.
Probamos todo lo imaginable, desde papas a la huancaína hasta una tortilla española preparada por una sorprendida investigadora visitante de España, la cual debió creer que los oficinistas bolivianos somos chefs frustrados.
Estoy seguro que nunca más encontraré un grupo como el de los sajra horeños. Fue la experiencia más deliciosa que tuve en mi vida laboral. Alimentó mi cuerpo y mi alma.
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