El plato paceño es una de las tradiciones infaltables de la fiesta de la abundancia, cada gestión los puestos de venta donde se ofrece este delicioso manjar se incrementan junto con la cantidad de clientes que se aproximan a degustarlo.
Las compras de las miniaturas al mediodía son acompañadas infaltablemente con el tradicional plato paceño y es que sólo con un gran esfuerzo puede resistirse al ver a decenas de comensales degustar un choclo humeante acompañado de una cama de habas de un verde brillante, más un par de papas con cáscara pero sumamente limpias, sobre todo eso un gran pedazo de queso frito y en la mayoría de los casos de la mano con un pedazo asado enorme jugoso y caliente, todo ello con una suculenta 'llajua' que desprende la fragancia intensa de la quirquiña.
Este plato dejó satisfechos a cientos de ciudadanos alteños que sin reparo alguno se sentaban en bancas, muchas veces improvisadas, para degustar de la tradición ya establecida.
“Es imposible no comer plato paceño, es el complemento infaltable para las Alasitas, el aroma de sus ingredientes hace que todo el mundo se antoje, además yo ya tengo mi casera y prepara delicioso”, afirmó don Mario Aruquipa, ciudadano de Ciudad Satélite.
Sin duda apetitoso, sin embargo, los comensales afirman que el secreto del éxito es que la preparación esté caliente.
“Todos los ingredientes tienen que desprender vapor por el calor, porque de nada sirve si el asado es gigantesco si está helado, este plato frío pierde todo el gusto”, indicó Lourdes Martínez, ciudadana de La Ceja.
Las vendedoras de este manjar tienen diferentes secretos, que aseguran les brinda el éxito necesario un aporte especial puesto que en las calles de la feria se establecieron más puestos que generan competencia.
“Veo que se encuentra este plato a cada paso, a cual más suculento y de precios variables, desde ocho a 18 bolivianos, uno puede conseguir el mismo plato de acuerdo con sus posibilidades económicas”, contó Marcia Mamani, un visitante de la feria de Alasitas de la zona Villa Dolores.
Los lugares para poder consumir este manjar fueron diversos, algunos sólo con banquetas al aire, otros con mesas y sillas de plástico y en otros sitiales, incluso, sin asientos.
Sin embargo, al llegar las 13 horas fue muy difícil encontrar un puesto de comida que tenga este plato, la masiva concurrencia alteña arrasó con todos los que fueron preparados con esmero por las vendedoras.
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