En el Año Nuevo de 2004 estuve despierto 48 horas preparando y vendiendo centenares de platos de fricasé. Hasta ahora lo digo con orgullo: no me arrepiento de haber abierto una fricasería, pero tampoco me arrepiento de haberla cerrado.
A la mayor parte de los bolivianos nos llega un momento en la vida en que deseamos hacer un emprendimiento empresarial para volvernos “independientes”. A los perseverantes les va bien, a otros no.
En mi familia fui testigo de buenas experiencias emprendedoras. Gracias a mi abuelita hubo una temporada larga en que pudimos vivir gracias a sus recetas de mermelada casera. Conformamos una pequeña empresa familiar que hubiera crecido más si es que no se abrían las fronteras e ingresaban las mermeladas argentinas, con mejor presentación, mejores envases, pero con más edulcorantesy preservantes químicos; hasta el momento, no encuentro una mermelada casera de la calidad de la nuestra.
Luego vi a muchos compañeros universitarios abandonar los estudios y los encontré años más tarde bien plantados con sus negocios. Entonces me picó la idea de hacer un negocio que podría permitirnos ganar más y trabajar menos. No sólo que no gané, sino que perdí dinero y nunca trabajé tanto como en esa temporada.
Mi negocio
El gran problema de mi emprendimiento fue que nos metimos a un negocio del que no sabíamos nada. Influyó para que nos metiéramos en esta aventura el que unos compadres tenían una casa con una buena ubicación y estaban dando en alquiler algunos locales.
La casa estaba cerca del estadio, un lugar donde existen muchos locales de diversión. La idea era aprovechar a ese público de fin de semana, a aquellos de chaki que iban a comer fricasé a la calle Pando. La opción era darles un local más cercano donde puedan comer un rico fricasé de madrugada. La otra alternativa, para los demás días de la semana, era servir chicharrón.
Lecciones aprendidas
Las siguientes fueron las lecciones que aprendí de este negocio y las transmito, por si son de utilidad a alguien que quiera incursionar de cero en el negocio de la gastronomía:
- No te metas en un negocio que no conoces.
- Si tienes un negocio, dale todo tu tiempo.
- Si tu idea es madrugar los fines de semana para dar fricasé, pues madruga.
- Apunta bien a tu público. O cocinas poco y caro, dándole las atenciones y infraestructura a un público exigente, o cocinas mucho y vendes barato. Es difícil atrapar a dos públicos diferentes.
- Los coolers (refrigeradores) para la cerveza y los refrescos son sólo para exhibir el producto; en La Paz no debes enfriar las bebidas, pues tu factura comercial de electricidad te saldrá cara.
- Si no tienes cocineras y ayudantes honrados, por lo menos debes tener el espíritu de perro guardián.
- El hecho de que vendas en la víspera y en Año Nuevo 300 fricasés no es ningún indicador de que te irá así de bien todo el año.
- Si fracasan el fricasé y el chicharrón, cambia a tiempo y prepara almuerzos.
- Si te das cuenta de que no naciste para este negocio, ciérralo antes de que se sumen más las pérdidas.
buena retirada
Así lo hice. Traspasé al negocio a una familia que había vivido de la gastronomía todo el tiempo y allí donde no germinó mi semilla ellos tuvieron una buena cosecha.
Lo positivo de esta experiencia es que la hice. No me quedé con la duda de “si hubiera realizado ese negocio, ahora estaría'”. En esos meses inolvidables vi mis fortalezas y conocí mis debilidades, supe que puedo dar mucho más de lo que yo mismo esperaba. Que no resultara el negocio es secundario.
Debido al nombre de vanguardia que le puse entonces (noviembre de 2003), mi fricasería-chicharronería fue merecedora de dos notas televisivas. Tal vez alguno se acuerde del local: “El Referéndum”.
La idea era aprovechar a ese público de fin de semana, a aquellos de chaki que iban a comer fricasé a la calle Pando. La opción era darles un local más cercano donde puedan comer un fricasé de madrugada.
Marcelo Paredes Lastra Pata y perro
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