Son alimentos de baja densidad energética y con propiedades diuréticas, que comparten con la mayoría de las hortalizas.
Las preparaciones con bajo contenido en grasas, pasan por la plancha, el vapor, el horneado o el hervido. Así, podremos utilizarlos como guarnición si los cocinamos en rodajas a la plancha, o salteados con un poco de ajo, como primer plato si hacemos una crema con papa, cebolla o puerro y un buen aceite de oliva virgen extra, o al vapor y rellenos con otras hortalizas, huevo hervido o atún, etcétera. O bien como segundo en forma de revuelto con huevo, entre las múltiples formas de consumo.
Listos para la cocción
Antes de cortar los calabacines, lávalos bajo el grifo del agua corriente, restregándolos, y despúntalos. Los cortes más comunes son: En bastones: Lo primero que debe hacer es cortar los calabacines en 3-4 troncos y, después, partir estos últimos por la mitad a lo largo. A continuación, corta cada trozo en bastoncitos más o menos finos. En rodajas: Sujeta el calabacín con la mano izquierda y con los dedos doblados "guía" el cuchillo. Según la inclinación de la lama obtendrás rodajas o cortes oblicuos. Descubra las flores de calabacín: Además del calabacín, sus flores también son comestibles y se consumen cocidas, asadas, fritas rellenas.
Se limpian rápidamente y se cuecen en poco tiempo.
Y no sólo eso: se desaprovecha poco y, si son pequeños, se comen incluso crudos.
Cómpralos pequeños, con la piel lisa y brillante y consistencia compacta. En un estadio avanzado de maduración, la pulpa se llena de semillas y se vuelve amarga.
Consérvalos en el frigorífico en el cajón de las verduras, durante 3-4 días como máximo
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